Debemos construir una cadena alimentaria
ambientalmente sostenible, socialmente justa y económicamente inclusiva que
garantice el acceso a la alimentación para todos .
En el Celler de Can Roca sabemos bien el potencial
que tiene la comida como motor para el desarrollo sostenible y el crecimiento
económico inclusive .
Las giras gastronómicas que hemos
realizado en los últimos años por América Latina, Norteamérica, Europa , Medio
Oriente , Asia, y África nos han permitido intercambiar experiencias , conocer
distintas tradiciones culinarias y explorar los nuevos aromas y sabores .
Pero también, acercarnos a la
problemática del hambre y la malnutrición en comunidades locales menos
favorecidas, donde millones de personas no tienen voz en la elección de sus
alimentos. Como cocineros, sentimos el deber y la responsabilidad de poner
nuestro conocimiento al servicio de esta causa. Consideramos que es el momento
de pasar a la acción.
En los albores de la nueva era de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible, afrontamos con ilusión y gran
responsabilidad la oportunidad que se nos brinda como Embajadores de Buena
Voluntad del PNUD. Nuestra labor a partir de hoy será apoyar al Fondo de
Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Fondo ODS) desde
el campo que mejor conocemos: la promoción de la seguridad alimentaria y la nutrición,
haciendo especial hincapié en el abastecimiento local de alimentos.
Según la FAO, y pese a los grandes
avances logrados durante los años 2000 y 2015, el número de personas que aún
padece hambre en el mundo es de 800 millones. Es decir, una persona de cada
nueve en el planeta. Además, en las regiones en desarrollo, la prevalencia de
la subalimentación aún afecta al 12,9% de la población. Erradicar totalmente el
hambre del mundo para 2030 requerirá una media de 267.000 millones de dólares
al año en inversiones en zonas rurales y urbanas y en protección social.
Con los años de experiencia y viaje nos
hemos dado cuenta de que la forma en que las personas vivimos la comida, como
cocinamos, los alimentos y como mantenemos las tradiciones culinarias tiene
consecuencias directas en áreas fundamentales de la vida. Lo que comemos afecta
a nuestra salud, afecta a nuestra economía, afecta a nuestro planeta. Como
decía el famoso escritor Josep Pla: “somos lo que comemos”.
Lamentablemente no hay una receta maestra
para combatir el hambre y la desnutrición. Dada la naturaleza compleja de este
problema, son muchos temas los que se interrelacionan, algunos de los cuales
derivan de la pobreza y la falta de empoderamiento. También subyacen cuestiones
de género; discriminación; el uso, derechos y propiedades de la tierra,
pandemias como el SIDA o cuestiones ambientales relacionadas con el cambio
climático.
A pesar de la aparente abundancia de
alimentos, nos encontramos en un momento de perdida. 1.300 millones de
toneladas, un tercio, de los alimentos producidos en el mundo para el consumo
humano se pierden o desperdician. Los datos de la FAO nos muestran que con los
alimentos que actualmente se pierden en Africa se podría alimentar a 300
millones de personas. Existen técnicas tradicionales de conservación de comida
(accesibles, económicas y simples) que puede reducir sustancialmente el
desperdicio de alimentos. Tambien nos preocupa la perdida de biodiversidad
alimentaria en el mundo. En el mundo hay alrededor de 250.000 variedades de
plantas disponibles para la agricultura, pero solo el 3% de las ismas están en
uso a dia de hoy. El abandono de cultivos autóctonos y el olvido de tradiciones
culinarias generan pobreza y exclusión.
Nuestra apuesta es que la alimentación y,
muy especialmente, la agricultura, pasen a ser parte central de las estrategias
y programas nacionales contra el hambre y la desnutrición. No en vano, tres
cuartas partes de las personas pobres y con inseguridad alimentaria en el
mundo, incluyendo niños y ancianos, dependen de la agricultura y los recursos
naturales para su subsistencia. Otra característica importante es que l 80% de
los alimentos son producidos por pequeñas granjas y explotaciones agrícolas
familiares. Por lo tanto, apoyar a los campesinos familiares es fundamental
para garantizar la producción de alimentos, al desarrollo de sus comunidades, a
la calidad de vida de los habitantes y a la economía local.
El Fondo ODS trabaja ya en varios
programas que abordan la cuestión alimentaria desde varios frentes, y que
pronto esperamos tener la oportunidad de visitar.
El trabajo comienza ahora. Ayudaremos a
promocionar mercados locales, con alimentos variados y nutritivos, que cubran
las necesidades de abasto de la comunidad y sean una fuente de empleos dignos.
Animaremos a los productores locales a sumarse este dialogo e involucrarse en
las actividades contra el hambre y la desnutrición, aprendiendo a la vez de sus
tradiciones alimentarias.
Contribuiremos a crear conocimiento para
minimizar la generación de desechos, a mejorar las técnicas de preparación,
conservación y utilización de los alimentos. Y, también, fomentaremos la
creación de centros de formación donde los jóvenes, a través de la cocina,
alternativas de vida y fuentes de ingresos sostenibles para sus familias.
El mandato de los ODS es claro. No podemos dejar a
nadie sin acceso a la comida sana, nutritiva y que contribuya a crear
prosperidad. Tenemos que construir una cadena alimentaria ambientalmente
sostenible, socialmente justa y económicamente inclusiva que garantice el
acceso a la alimentación para todas las personas. Queda un largo e ilusionante
camino por recorrer. Nuestro compromiso, y a la vez nuestro gran desafío, será
hacer de la experiencia culinaria de la familia Roca un puente entre culturas y
un vehículo de inclusión social.
Fuente: El País